Ya está bien de callarnos


Hace unos cuantos años, gobernaba entonces el PP comandado por un José María Aznar pletórico, la banca en general estaba inmersa en proyectos de crecimiento, de nuevas estrategias y de expansión. Se estaba preparando la mezcla jabonosa y resbaladiza en la que se mojó el instrumento “ad hoc” para crear la burbuja inmobiliaria. Era una burbuja que se mantuvo consistente hasta que las cajas comandadas por políticos de todo color y signo la fueron llenando de gas explosivo de diversa procedencia y nombre (financiación 110%, tasadoras propias, etc). Soplando soplando la brillante burbuja estalló en nuestras narices y dejó un suelo resbaladizo y peligroso sobre el que seguimos patinando sin control, sin casco, sin coderas y sin rodilleras.
 Los técnicos, jefes de administración y directores de oficinas bancarias asistiamos  con cierta asiduidad a cursos de gestión comercial, formación de equipos, liderazgo, estrategias, etc. En general útiles y relativamente aprovechables si pensamos en positivo y no sucumbimos a la nueva idea que se impone de que “solo los ignorantes pueden ser felices”.
Recuerdo particularmente una conferencia de Eugenio Palomero del Páramo que giraba fundamentalmente alrededor de la idea de venta de servicios bancarios y estrategias comerciales. ¿Cómo vender nuestros servicios como los mejores? ¿Cómo priorizar,  planificar, diferenciar y hacer seguimiento de la venta? ¿Cómo motivar a los equipos comerciales?
El conferenciante, particularmente ameno, nos sorprendió a todos hablando de política. Mediante una apabullante lista de magnitudes económicas, contables y financieras nos explicó la situación que en 1996 se encontró Aznar desde el punto de vista económico y como estaban esas mismas magnitudes 5 años más tarde. Hablaba de déficit público, de patrimonio, de ingresos y gastos. Durante más de una hora nos bombardeó con lo que a muchos de nosotros nos parecía un discurso político tendencioso. Otros satisfacían su ego ideológico porque supuestamente alababa la gestión económica de Rodrigo Rato, a la sazón ministro de Aznar.
Centró finalmente su discurso en el “Programa de modernización del sector público empresarial del estado”, es decir, en las privatizaciones sistemáticas del ministro Rato. Pasó por encima de las privatizaciones por venta directa, que no fueron pocas (Inespal, Enatcar, Elcano, Retevisión, etc.) y se centró en la que se privatizaron mediante OPV (Oferta Pública de Venta, o lo que es lo mismo vendidas a trozos en bolsa).
Telefónica, Gas Natural, Aceralia, Tabacalera, Red Eléctrica de España, Repsol, Endesa y otras muchas empresas eran nuestras, eran patrimonio de todos los españoles, sin distinción; obtenían ingresos en muchos casos sustanciosos, para todos los españoles, sin distinción. Eran nuestras empresas y nos las vendió a nosotros mismos, claro está que solamente a aquellos que tenían medios económicos para comprar acciones en bolsa, pero el caso es que nosotros, los españoles, compramos en bolsa las empresas que eran nuestras.
Lo que pretendía Palomero del Páramo no era alabar la gestión de Rato, que para el caso le importaba poco. Pretendía decirnos que si Aznar fue capaz de vendernos a nosotros mismos nuestras propiedades, nosotros deberíamos ser capaces de cambiar nuestra actitud comercial. Seguramente lo consiguió en muchos casos, aunque a fecha de hoy el escenario es otro y los objetivos también.
Los objetivos que siguen en el ADN del Partido Popular, y sinó el tiempo, es el afán de privatizar. Aznar y Rato consiguieron mejorar las magnitudes económicas obteniendo ingresos de la venta del patrimonio público. De Guindos, liberal a ultranza, parece que se ruboriza cuando se le llena la boca hablando de la mayor banca pública de la historia, pero en realidad es su color natural. Está tratando de vendernos que el rescate de Bankia como una operación de capitalización, como que los españoles vamos a ser mas ricos porque vamos a ser propietarios de Bankia. La ecuación es muy similar a la anterior, vamos a ser más ricos “comprando” algo que no vale nada si nosotros no ponemos nuestro dinero, definitivamente el señor ministro es un genio y yo no entiendo nada.
Aún así, sin entender absolutamente nada, estoy convencido de que el objetivo final del ministro es poner nuestro dinero para luego vendernos en bolsa a nosotros mismo lo que ya es nuestro. En fin, el caso es vender propuestas y capacidad política, la consistencia del discurso o la realidad que esconde importa poco.
Lo verdaderamente importante es que la historia se repite y los españoles no nos hemos reservado ningún instrumento para frenar lo inevitable cuando gobierna la derecha. La capacidad de frenar con votos parlamentarios una política económica que nos acerca cada vez más a la pobreza es actualmente nula. Les hemos dado unha mayoría absoluta que no se merecían y estamos en sus manos. Aún así soy de la opinión que, como plantea Mayor Zaragoza, “ya está bién de callarnos”.
La subasta de la caza de Quintosde Mora solamente son las orejas del lobo, detrás vendrán las privatizaciones porque “no hay más remedio”.

Estoy dudando si Ibuprofeno o Paracetamol, pero finalmente tengo que tomarme algo para el dolor de cabeza

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